sábado, 27 de noviembre de 2010

MOSCÓFORO. EL HOMBRE DEL CORDERO


Acabo de firmar y numerar la edición del aguafuerte, “ El hombre del cordero “. El motivo es recurrente en la historia del arte. La edición consta de 25 ejemplares estampados a color. La primera evocación que tuve cuando pensé en realizar este grabado fue el Moscóforo. Esa magnífica escultura, tipo kurós, del periodo arcaico griego.
 Esta pieza escultórica es una ofrenda a la diosa de la sabiduría, Atenea. Dos cosas me llaman la atención del Moscóforo, las formas rotundas y contundentes, común a la escultura arcáica griega, cuando los kurós ( figuras masculinas) y las korai ( figuras femeninas ) se despegan de la influencia egipcia y transitan hacia un naturalismo, que culminará en la época clásica. La segunda cuestión es la simbología sagrada.










La iconografia cristiana en sus primeros años, mira hacia el arte anterior, hacia las formas clásicas paganas, con una nueva mirada transformadora, para adaptarla a la nueva fé. Es el caso del buen pastor de los museos vaticanos. Otra escultura cargada de simbología.

Y como en la historia del arte, la medida del tiempo no es la misma que la del ser humano: “ El arte es largo, la vida breve” , decían los griegos, el motivo vuelve, pero con distintas connotaciones. Como ejemplo basta un paseo por el museo Reina Sofia y contemplar la obra de Picasso, “ El hombre del cordero “.
Desde luego la morfología es diferente, y carece de simbología sagrada, pero el motivo es el mismo.
Creo que el arte no debe desgajarse de sí mismo, como han postulado algunos teóricos desde el siglo pasado, y comenzar de cero, sino desarrollarse a través de todo lo acumulado desde sus inicios, porque en el fondo solo hay un motivo que justifica la expresión artistica, y es el reflejo de la condición humana, y esta sustancialmente no ha cambiado desde los comienzos de la civilización.

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