Fernando Puente. Naturaleza muerta con dos personajes.
Es curioso que el planeta Tierra, visto desde el espacio exterior aparezca como un planeta azul, y sin embargo, proporcione tintes y pigmentos de ese color en muy poca cantidad.
Hasta la invención de los colores de síntesis, solo existían algunos pigmentos y muy pocas plantas capaces de proporcionarlo.
Los ocres y tierras coloreadas amarillas, rojas y marrones abundan y pueden prepararse fácilmente, pero los dos principales pigmentos azules proporcionados por la naturaleza, la azurita y el lapislázuli, son más escasos y deben ser molidos con mucha más insistencia.
Los principales yacimientos de lapislázuli se encuentran en Afganistán. La India lo exportaba por medio de caravanas, pero la distancia y la escased lo encarecían. En la Edad Media , los venecianos importaban el lapislázuli a occidente, recibiendo el nombre de azul “ultramarino”. Otro pigmento mineral es la azurita cuyos principales yacimientos se encuentran en Chipre, Armenia, Francia, Italia y Alemania.
El índigo es un colorante vegetal usado sobre todo en tintar telas.
Fernando Puente. Paisaje industrial.
Ante el problema de la poca cantidad de pigmento azul que da la naturaleza, el ser humano sintió la necesidad de crearlo. Hacia el 2500 A.C. los egipcios crearon el pigmento sintético más antiguo. Se fabricaba pulverizando un vidrio cocido con virutas de cobre. El azul egipcio se exportó a Roma en la época imperial.
A principios del siglo XVIII se sintetizó el azul de Prusia, y un poco más tarde se averiguó la forma de fabricar artificialmente el lapislázuli. En la actualidad la industria química surte con eficacia toda la variedad de pigmentos necesarios para las Artes Plásticas. Quizá por la precariedad de algunos pigmentos como el azul, en la imaginería medieval occidental, los mares son verdes, y no será hasta el siglo XV, donde por regla general se represente el mar de color azul.