Terminé esta pintura hace pocos meses, junto a otras obras de igual tamaño, 97 x 195 cm. Para la composición, establecí unas cesuras o líneas para dividir la superficie del lienzo, utilizando proporciones áureas.
Sobre una división de las medidas de verticales y horizontales del tamaño del bastidor y la cifra del número áureo, es decir 1, 618… marqué unas líneas divisorias paralelas al alto y ancho del lienzo. Como se ve en la imagen. Después realicé un juego de diagonales, muy sencillo por otra parte, pero que me permite colocar las figuras de modo más armonioso.
Mi admiración por Rubens queda reflejada en la anterior entrada, pero aunque disfrute con esas formas barrocas llenas de vida y movimiento, mi discurso pictórico es otro, es la serenidad y equilibrio que transmiten las formas clásicas.
Por ello he resuelto la imagen de Júpiter y Antíope de forma muy distinta a otros pintores que trabajaron con el mismo motivo, como son Rembrant y Van Dyck.
Van Dyck, Júpiter y Antíope
Rembrant, Júpiert y Antíope. Aguafuerte
Antíope era hija del rey de Tebas, Nicteo. Era tan hermosa que Zeus se enamoró de ella, pero como era costumbre en el dios, no seducía con su forma divina, sino que adoptaba otras formas, en esta ocasión, la de un sátiro.
Cuando decidí realizar esta pintura, me dí cuenta de la gran cantidad de versiones que existen sobre el mismo motivo, pero no es extraño si consideramos que tras la historia de Júpiter y Antíope, subyace una pulsión que es parte de la condición humana: el deseo.
Júpiter y Antíope. Picasso