Hace unos días apareció en prensa una noticia que, llamó la
atención de personas que piensan que la pintura al óleo sale del tubo, pero
esto es así solo porque alguien introdujo el producto primero (pigmento molido
mezclado con aceite de linaza).
Los pigmentos se obtienen (en su mayoría) en la actualidad
por procedimientos químicos, pero con anterioridad, se extraían del mundo
mineral, vegetal y animal.
Puede parecer extraño que de la orina de vaca se origine el
pigmento llamado “amarillo indio”, que es un color muy intenso y de gran
belleza, pero para ello, alimentaban a las vacas solamente con hojas de mango,
la orina se secaba al sol y los
residuos terrosos se molían para su venta como pigmento para pintura. Esto ya
no se hace porque las vacas enfermaban y morían. Ya digo que la química moderna
se ha ocupado de suplir gran cantidad de pigmentos cuyo origen pudiera ser
peligroso, como el blanco de plomo, también llamado albayalde. Otros pigmentos como
el azul de ultramar, en origen mineral,
era muy escaso y se importaba de tierras lejanas (Afganistán), de ahí el
nombre, y consecuentemente era carísimo. Yo lo uso mucho en su versión moderna,
es decir, de fabricación sintética, y es que la química hace milagros.
El carmín es otro pigmento que se extraía del mundo animal,
concretamente de las cochinillas, un parásito que triturado y secado daba lugar
a un pigmento muy apreciado en Europa, ya que provenía de América.
Aunque nos parezca extraño el origen de los pigmentos
destinados a la pintura, no es para tanto, sobre todo si pensamos en los
pigmentos que se emplean para el maquillaje, los colorantes que se usan en la alimentación
o incluso la procedencia de ciertos perfumes...
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